miércoles, 28 de noviembre de 2007

PRIMER DESTINO: ROMA



Le gusta la aventura, aunque viajar no es lo suyo.
Presentémosle: su nombre de momento no importa, aunque sí que vivía en Zaragoza, hasta que decidió vender su pisito, y abandonar la rivera del Ebro para emprender un viaje sin destino, sin rumbo.
Quizá con el fin de encontrarse a sí mismo, quizá simplemente para ver mundo o conocer culturas, quizá para escaparse de algo o alguien o quizá para abandonar su vida rutinaria y romper de lleno con lo que hace tan solo unos 15 años, cuando estudiaba su carrera de Derecho, planeó cuidadosamente, detalle a detalle para llevar la vida perfecta, o quizá la que le habían enseñado que era “perfecta”. Solo él conocía la finalidad de su viaje, de su escapada.
¿Nos revelará algo el diario?

27 de noviembre de 1913
Aeropuerto de Zaragoza

Hoy 27 de noviembre no era un día cualquiera para mí, me dispongo a realizar una aventura que me llevará mucho más lejos de lo que nunca me he encontrado.
Me he “enfrentado” cara a cara con la noche, reflexionando sin parar sobre la posibilidad de cancelar mi viaje, pero echando la vista de nuevo a mi vida, no apruebo la opción.
Finalmente llegaron las 7:30 de la mañana, la hora en la que he despedido mi casa para coger un taxi que me ha de conducir al Aeropuerto de Zaragoza.
Ya en el aeropuerto me he detenido delante del cartel que indica la salida y llegada de vuelos.
Mi primera idea: Londres.
Al levantar la vista busco con insistencia el nombre de dicha ciudad y observo que su próxima salida es a las 12:30. Demasiado tarde.
Repaso una a una las siguientes salidas y me llama la atención una en concreto: Roma.
Observo su hora de salida: las 9:30. Perfecto.

A las 13:30 el vuelo empieza a perder altura. Ya se observa el aeropuerto de Roma-Fiumicino

He comprado un plano de la ciudad y me dirijo a realizar la primera visita: El Coliseo Romano.
Es un edificio impresionante. Me han repartido un folleto informativo a su entrada que revela datos de gran interés:
Fue construido en el siglo I. Tenía una capacidad para 50000 espectadores y fue construido por la dinastía Flavio (Anfiteatro Flavio)
Tenía aproximadamente 80 entradas, para que la gente pudiera entrar y salir rápidamente. El acceso de desde los pasillos interiores hasta las gradas se hacía a través de 252 vomitorios, denominados así porque permitían salir grandes cantidades de personas en poco tiempo.
Mide 189 metros de largo, por 156 de ancho, con 48 metros de altura. El perímetro de la elipse es de 524 metros. El terreno de juego era un óvalo de 87 por 55 metros, cuyo piso era una plataforma de madera cubierta de arena. Abajo del piso de madera, había un complejo de túneles y mazmorras, donde se encontraban los gladiadores, los prisioneros condenados y los animales.
Los espectáculos que se ofrecían en el Coliseo Romano eran básicamente tres: las venerationes (peleas de animales), los noxii (ejecuciones de prisioneros por animales) y las munera (peleas de gladiadores). Se especula que también existieron las naumaquiae, que eran batallas navales que requerían llenar de agua la arena del Coliseo. De ser cierto, probablemente fue en los primeros años, antes de que fueran construidos los sótanos bajo la arena.
Autor: Miguel

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